La apatía es un síntoma común de demencia que puede ocurrir con o sin depresión comórbida. Los pacientes con demencia y apatía tienen mayores probabilidades de experimentar un deterioro funcional en las actividades de la vida diaria, independientemente de otros factores como la edad, la función cognitiva y la depresión. Como se discutió anteriormente, distinguir la apatía de la depresión puede ser difícil, si no imposible, en algunos casos.
El manejo de la apatía es un desafío, y el síntoma puede surgir en las primeras etapas de la enfermedad y persistir con el tiempo. Las estrategias no farmacológicas no se han estudiado bien para este síntoma específico. Debido a que los inhibidores de colinesterasa pueden tener algún efecto positivo sobre la apatía, generalmente afrontamos el síntoma de manera progresiva, empezando con un inhibidor de colinesterasa si el paciente aún no ha estado expuesto a uno. Si la apatía se mantiene a pesar del tratamiento con un inhibidor de colinesterasa y es angustiosa para el paciente o la persona que lo cuida, las opciones farmacológicas incluyen un ensayo terapéutico de un antidepresivo y metilfenidato.
El metilfenidato ha demostrado ser beneficioso como terapia complementaria al citalopram en adultos mayores con depresión mayor, y estudios más pequeños también sugieren que puede mejorar la apatía y otros resultados en pacientes con demencia. En el ensayo más grande de metilfenidato en 77 hombres con enfermedad de Alzheimer leve (EA), el metilfenidato mejoró las puntuaciones de apatía en comparación con el placebo durante un período de tratamiento de 12 semanas (mejoría de 9,9 puntos en una escala de 18 puntos). Las medidas de cognición, estado funcional, carga para el cuidador y depresión también mejoraron más en el grupo de metilfenidato. La dosis final media de metilfenidato fue de 10 mg dos veces al día. El tratamiento fue bien tolerado, y el número y tipo de efectos adversos fueron similares entre los grupos.
Teniendo en cuenta que el metilfenidato puede precipitar la agitación o empeorar el sueño nocturno, se recomienda el uso de dosis bajas (por ejemplo, comenzando con 5 mg una vez al día por la mañana, dosis máxima de 10 mg dos veces al día, última dosis a más tardar a la hora del almuerzo) con un monitoreo cuidadoso durante valoración.